viernes, 31 de agosto de 2018

Prólogo...



Al amor que le profeso:
No aprendido
y fuera de cualquier lógica o ciencia.
Arte no póstumo,
pues sigue y sigo vivo,
sin mentiras 
ni por obra de algún tipo de artimaña,
sumisión, clemencia 
o la ignorancia
de haber sido tutelado
por quienes han creído
que otras vidas le pertenecen
adjudicándose el falso derecho
de arrebatarlas
por no sentirse amados.
Y movido
Sino más bien por la magia
de un silencio
que escribiendo le invoca
con la creencia
de que mover montañas podría
y alejarse de las malas lenguas
que curiosas se baten en la desidia
de creer saber lo que sin ella he vivido
ajenos a la soledad de mis días
y a lo que escribo.
Sin imaginar ni saber lo que me gustaría,
colar mi mano debajo de su falda
y colocar en mis labios su sonrisa.
Tan solo por acariciar su alma
 intentando ser dueño de sus noches y madrugadas
para compartir el milagro de someter a la duda
hasta que la felicidad nos bese los pasos
y demos gracias a la vida
por cada día que pasa
o simplemente por habernos querido tanto.
Al amor que le profeso,
van dirigidas estas palabras,
y a ella
el resto de mis días
y del amar todas mis ganas.

LPF.01f85